María Delgado Guerrero

Nací en Ceuta en el verano de 1978 y allí pasé mi infancia y pubertad bañada por el mar Mediterráneo y el océano Atlántico; en una ciudad llena de simbología, sostenida por siete colinas, donde conviven cuatro culturas, el viento sopla con fuerza y el sol se vuelve más africano.

A la edad de 15 años mis padres decidieron mudarse a la sierra de Madrid; fue un cambio muy duro para mí en plena adolescencia. Inicié una época muy solitaria en la que me refugié en mis estudios, los libros y el arte en sus múltiples expresiones. Cerraba una etapa e iniciaba un camino de búsqueda personal intentando dar respuestas a los pequeños grandes enigmas de mi alma curiosa.

Cuando terminé el instituto, me dejé persuadir y comencé a estudiar odontología en la Universidad Complutense de Madrid. En el tercer año de carrera me sobrevino una crisis y estuve a punto de dejarla ya que sentía que la enseñanza era demasiado fría, materialista y protocolaria para mí. Tuve el coraje de continuar con la confianza de que más adelante podría aportar otra visión desde mi experiencia.

Me licencié y comencé a trabajar a la vez que continuaba con mi formación. Empecé por enseñanzas tradicionales en Acupuntura y Moxibustión (ICOMEM) que me llevaron al estudio de la sustancia y me formé en Homeopatía Médica (CEDH); luego me dediqué a observar las respuestas del cuerpo frente a diferentes estímulos mediante la Kinesiología Aplicada a la Odontología (SEKMO) y a encontrar la emoción que subyace a las distintas patologías a través de la biodescodificación Dental (Cristian Beyer).

La Medicina Antroposófica (IFMA) me ayudó a recoger e integrar todo lo aprendido y reconocer la sabiduría que guarda el ser humano.

La Dentosofía llega como en regalo, después de años de paciente espera, y me muestra la posibilidad de realizar un verdadero cambio de la estructura y la función de la boca en armonía con el ser individual que cada uno porta.

Y entre curso y curso me caso con el hombre que me sigue acompañando en este trayecto de vida y me convierto en madre de tres hermosos seres.

En el 2019 elegimos Málaga como nuevo hogar y ante mí se vuelve a abrir ese horizonte infinito que da el mar.

En el 2020, en plena crisis humanitaria, vi la oportunidad que se ofrecía y decidí crear el Centro Hémera, un espacio que se había ido construyendo a lo largo de muchos años de experiencia y aprendizaje en Madrid.

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